TEITANBLOOD - SEVEN CHALICES (guía de audición)
TEITANBLOOD - SEVEN CHALICES (Guía de audición)
“... todos los cineastas eran suicidas (...) filmar una película era como hacerse un tajo en las venas, en la muñeca, tajos transversales, que cicatrizaban rápido, hasta que un día un cineasta hacía una película que era como un tajo longitudinal, uno que le cortaba una vena entera, a lo largo, y que esa era su obra maestra, y por lo tanto su muerte, y todo lo que hacía después lo hacía un fantasma.”
Vivir abajo (2019), Gustavo Faverón Patriau
Introducción
La primera guía de audición en Metal Especulativo está dedicada a una de las bandas más importantes del metal extremo de las últimas dos décadas: Teitanblood.
Teitanblood son uno de los principales exponentes de lo que miembros del Numinoso Círculo Atlante como Drhuj llaman Metal Especulativo, es decir:
"Bandas que practican un metal experimental y vanguardista, que especula con el estilo para llevarlo a regiones inexploradas a un nivel sonoro y conceptual." (Corpus mutatio, cap. 6, "Al oeste de Arkham")
Relgneps Razalas dice sobre “Seven chalices” que "es una obra de Metal Especulativo de primer nivel. En este álbum, Teitanblood hacen una incursión en el pasado en busca de restos arqueológicos, objetos de poder de la época clásica del Metal Extremo. Cuando estos artefactos sonoros son masticados, digeridos y asimilados, Teitanblood los utiliza para abrir un portal hacia el futuro: los sitúan ante un espejo deforme que muestra lo que vendrá, una imagen especular para huir del espectro (el metal que se repite). “Seven Chalices” provocó un trauma sobre el rostro del metal allá por 2009. La herida provocada fue tan intensa que les permitió liderar desde entonces ese resurgir del OSDM y sus múltiples variantes." (Metallorum mutatio: Corpus theoreticum, Libro I, cap. 2 "Pseudomorfosis históricas")
Teitanblood facturó un álbum de Metal Especulativo textural tan impactante que produjo un desplazamiento del eje de perspectiva. Con “Seven Chalices”, Teitanblood comenzaron a cartografíar regiones inexploradas dentro del mapa del metal extremo (diferencia vs. repetición, ahí está la clave). El trauma provocó una grieta por la que ascendieron los símbolos primarios en los que se basa todo Metal Especulativo: forma no euclidiana y anticanónica, texturas y atmósferas que contaminan la base sonora haciéndola mutar hasta volverla irreconocible. Se da un ataque frontal a la estabilidad mediante el uso de una meta-estructura hipercompleja que contribuye a la desorientación, una meta-estructura con forma de rizoma que se extiende por los elementos musicales afectándolos tanto horizontal como verticalmente con un manejo del pulso y del tiempo basado en el hipercaos, en la diacronía, para lograr una sensación de tiempo-absoluto que destruya el discurso cronológico y lineal haciendo que se manifieste un caos terrible, un horror supremo, aquel que sentimos cuando oímos Metal Extremo por primera vez en aquel tiempo ya olvidado.
Teitanblood son maestros iniciados en la aplicación de la Ley de Salazar y su desplazamiento del eje de perspectiva. Conocen el secreto de la ley y sus oscuras implicaciones y la aplican sin miedo para adentrarse en lo desconocido (se relega/sumerge lo conocido y asciende/emerge lo oculto, lo desconocido). Así consiguen el resultado final: la hibridación. Porque “Seven Chalices” es "un híbrido, una mezcla de estilos destilada a fuego lento en matraces alquímicos olvidados", como expone Relgneps Razalas. Se aplican muchas etiquetas al estilo de Teitanblood. Su música surgió de las profundidades para alabar y rendir tributo a los pioneros del Metal Extremo, a los que lideraron el nacimiento del Death y el Black Metal. "Retroceder para avanzar" (versículo 1 del Metallicum Proverbia de Inat-se-Ragen). Se ha escrito muchas veces que Teitanblood son la mezcla perfecta entre ambos estilos, quizá la banda que mejor ha conseguido fusionar ambas manifestaciones. La propia banda es consciente y no esperan a ser etiquetados sino que ofrecen la suya propia: Black Metal Death Magic - Black Magic Death Metal. No se me ocurre una definición mejor de lo que vamos a escuchar…
Enumeremos algunos de los elementos primarios del estilo de Teitanblood en "Seven Chalices":
- Usan muy pocos riffs en cada tema a pesar de la duración de los temas. Los riffs son usados hasta su agotamiento, repetidos hasta conseguir una sensación de trance e hipnosis debido a ello. Además, el cromatismo y la atonalidad que los caracteriza así como su (aparente) sencillez hacen que la sensación de confusión debido a la repetición, al minimalismo con el que están interpretados aumente la sensación de desorientación en el oyente, que suele estar acostumbrado a un discurso más estándar en los riffs de las bandas de metal extremo. Muchos de estos riffs son riffs clásicos, con un estilo old school muy marcado pero que son llevados al extremo por su utilización minimalista convirtiéndolos en armas-loop totalmente experimentales. Su esencia muta a una naturaleza totalmente nueva produciéndose así el desplazamiento en el eje de perspectiva.
- Esta desorientación se refleja por la acumulación de elementos: a un nivel textural, tonal y formal, donde la propia sucesión de los bloques temáticos está diseñada con tal maestría que provocan una sensación de aturdimiento. La forma de sus temas es anticanónica, huyendo de la típica estructura pop que está inserta en la gran mayoría de temas de metal extremo (donde hay un uso canónico de estrofas, estribillos, puentes y las relaciones que se dan entre ellos). Teitanblood compone agrupando los riffs en bloques temáticos (influencia clara de Deathspell Omega según Relgneps Razalas) que la mayoría de las veces son expuestos y no vuelven a ser repetidos consiguiendo que la canción se apoye en una meta-estructura que la impulsa hacia adelante sin posibilidad de retorno. Se produce así una disolución de la forma, de la arquitectura de cada corte y del disco en sí.
- Esta disolución de la forma está apoyada a su vez por el uso de las texturas y las atmósferas: las secciones donde se usan de forma principal funcionan como periodos donde pulso y tiempo desaparecen, un rizoma deconstructor. Abren un vector hacia el infinito hasta que vuelva lo mensurable y regrese un pulso. Tanto en los pasajes y temas utilizados como aparentes interludios, como sobre la interpretación de los riffs. Las partes ambientales (a cargo de CG Santos) no son testimoniales sino que son una parte esencial de la narrativa de la música al estar totalmente insertas en su discurso. Sin estas partes Teitanblood no podrían lograr con la misma fuerza la sensación de extrañamiento que provocan en el oyente y que les diferencia de otras tantísimas bandas.
- Los solos de guitarra son utilizados como textura, como una capa más que hace que la narrativa del tema avance. Suelen tener un carácter atonal e improvisado en los primeros lanzamientos del grupo.
- Las voces están increíblemente bien ejecutadas y son muchísimo más variadas de lo que es normal en el estilo. Generalmente, el vocalista extremo medio usa un solo tipo de voz para todo el disco, a veces dos y muy pocas veces más. En Teitanblood hay que añadir los efectos y el uso de la superposición. Aquí el despliegue de recursos que realiza NSK equivale al de varias discografías de múltiples vocalistas.
- La producción es un elemento básico para el resultado sonoro final. Huyendo del tipo de producciones que llevaban más de una década dominando el Metal Extremo, Teitanblood optan por un sonido que parece ocultar la música tras una densa niebla donde las texturas, las atmósferas (junto a unas percusiones que luchan por hacerse paso entre los demencialmente graves tonos de las guitarras y el bajo) dan como resultado una música que oculta más que muestra y donde será el oyente el que deberá adentrarse entre la bruma para dar con los muchos secretos que oculta este disco.
SEVEN CHALICES
Formación:
NSK: guitarras, bajo
J: baterías
JC Deus: guitarras, grabación
CG Santos: efectos, programación
J. Bastard: masterización
1. Whore mass
El disco abre con un fragmento del "Auschwitz Oratorium" de Krzysztof Penderecki, una obra antibélica. Este sample (extraído de la mitad del primer movimiento del oratorio) establece la atmósfera para todo el disco y presenta ya una de sus características más definitorias: la importancia de la atmósfera. La atmósfera opresiva y maligna sin paliativos no solo está presente en todos los temas sino que es acentuada a la enésima potencia por los temas donde CG Santos (efectos, programación) muestra su habilidad para desatar fuerzas ocultas mediante el proceso de invocación e infección que supone construir una pieza musical con un fragmento de otra pieza ajena a esta obra. Las interrelaciones que se producen se multiplican de este modo.
Tras esta introducción aparecen (0:59) los instrumentos “tradicionales”: guitarras, bajo y batería se unen para establecer el tono de la parte estrictamente metal del álbum. Iremos viendo a lo largo del disco la importancia de la alternancia e incluso de la simultaneidad entre ambas: atmósfera y banda.
Nos encontramos ante un riff con claras reminiscencias a Celtic Frost y Autopsy, dos bandas que acudirán a nuestra mente de forma continua mientras escuchamos el disco. El riff se repite varias veces con ligeras variaciones en la percusión, cuyo impacto es aumentado con la entrada del primer solo de guitarra (2:05) de JC Deus, caótico, desenfrenado y de carácter improvisado, lleno de bendings malignos con un uso de la palanca digna del tándem Hanneman/King.
La introducción del oratorio antibelicista de Penderecki muta pues en la invocación de una Misa para la Ramera. El libreto que acompaña la edición física de “Seven Chalices” es una obra de arte en sí mismo, de una complejidad y riqueza asombrosas. Hay que aclarar que “Seven Chalices” es la versión sonora del número 3 del fanzine de culto Davthus editado e ilustrado por Timo Ketola. NSK ha aclarado en entrevistas que obtuvieron la inspiración para este disco de ahí. Ketola ilustra página a página los distintos temas del disco. Para este primer tema nos muestra el camino: una amalgama de lenguajes y escrituras prohibidas, sigilos infernales sumergidos en una nube de insectos: arañas (simbolizando el poder creador, tejedoras del velo de las ilusiones para abrir esta obra), junto a escorpiones (referenciado el peligro de muerte, equivalentes del verdugo, advertencia al oyente del disco) terminando con ciempiés (exponentes de la energía reptante y anudada).
Toda esta acumulación de símbolos (la teoría ocultista de las signaturas concibe todo cuanto existe como símbolo y cree factible su lectura (Eduardo Cirlot, Diccionario de Símbolos)) en solo tres minutos de música son una clara advertencia al oyente. Estamos ante el umbral y una vez traspasado, debemos ser conscientes del camino elegido y de las fuerzas que están a punto de desatarse.
2. Domains of Darkness and Ancient Evil
Un enorme sigilo encabeza y abre la invocación en el libreto, apertura que coincide con la primera explosión a nivel músical. Tras una breve intro con un riff a medio tiempo nos enfrentamos al primer blast beat del disco. El uso que hace Teitanblood de estas partes rápidas difiere bastante del que suele darse en el metal extremo tradicional ya que aquí el nivel de caos y la sensación de descontrol es máxima. Y esto se consigue en primer lugar por la producción del álbum, que apuesta por un sonido donde la batería se oculta tras el espectacular tono de las guitarras y el bajo, que realzan las frecuencias graves. Esta apuesta por este tipo de producción (que Portal ha hecho increíblemente popular en el Death Metal más enfermizo y psicodélico) es precisamente la que se estaba abandonando por la mayoría de grupos de Death Metal desde finales de los noventa donde comenzaron a buscar un sonido cada vez más limpio y nítido con ayuda de la tecnología y los sistemas de grabación que comenzaron a expandirse cada vez más dentro del estilo y que comenzó a alejar a las producciones del sonido de los primeros y canónicos discos de Death Metal que establecieron las bases del estilo. Así pues, Teitanblood apostó (desde su primera demo) por un camino a contracorriente que hace unos años ha vuelto a ganar presencia pero que en aquel entonces (2009) era toda una declaración de intenciones. Pero esta vuelta atrás o esta negación a querer avanzar da como resultado lo contrario a lo que cabría esperar, ya que las producciones de la mayoría de las bandas que huían del sonido lo-fi acabaron destruyendo la sensación de peligro y confrontación que poseían los primeros lanzamientos míticos de las grandes bandas de Death Metal. Teitanblood así, se sitúa en una posición retrógrada aparentemente pero facturan un artefacto que es mucho más avanzado que la media de lanzamientos de este género ya que consiguen mirar hacia atrás y avanzar al mismo tiempo, utilizando una serie de recursos para ello, que se expondrán a lo largo de este texto.
En la batería podemos ver la influencia de la forma de tocar los platos de Hellhammer en “De Mysteriis Dom Sathanas” de Mayhem, recurso que J. (batería de Teitanblood) usará durante todo el álbum y que irá desarrollando en los próximos discos con gran maestría y enorme sentido estético.
Este tema resume el uso que hace Teitanblood de los riffs en todo el disco. Los riffs son pocos en cada tema a pesar de la duración de los temas, ya que cada riff es lanzado en un ciclo de repetición minimalista y primitivo que provoca paradójicamente un efecto vanguardista y experimental que se aleja del típico uso de los riffs de los grupos de Death Metal tradicionales dentro de la estructura estándar de canción (estrofas, estribillos, solos y repetición). La sensación al final es de desorientación del oyente ya que las variaciones son muy sutiles y hechas con mucha inteligencia para que todo la masa sonora avance dentro del aparente estatismo (“movimiento dentro de la inmovilidad, inmovilidad dentro del movimiento” como dice Antonio Moresco en la introducción a su monumental trilogía “Juegos de la eternidad” y que explora como técnica narrativa en sus novelas). Un “arte sutil” (como dice la letra en “Domains of Darkness and Ancient Evil”) que pocos pueden manejar y salir victoriosos, como aquí hace Teitanblood.
Tras un cambio de tempo se presenta el primer riff con unas voces demenciales de NSK que preparan el terreno para el primer blast beat del disco (0:40) al que hacíamos referencia anteriormente. Teitanblood nos somete al primer vórtice de caos informe con una sensación de descontrol de la que la mayoría del metal extremo actual carece. Este aparente descontrol es acentuado por las demenciales voces de NSK y los solos de JC Deus hasta que aparece un riff (2:15) a medio tiempo como respiro antes de volver al vórtice maligno de velocidad (3:35). Las voces no dan respiro al oyente de nuevo apoyados por el uso de solos basados en trémolo y uso de la palanca. Una pausa interrumpe todo pero el fondo de cánticos amenazantes nos ponen sobre aviso y es que vamos a encarar uno de los momentos más oscuros del álbum. De esa textura vocal abstracta surge de repente un riff agudo ultraprimitivo (reminiscente de los primeros lanzamientos de metal extremo) que se transforma en un excelente solo improvisado (otro más) de JC Deus apoyado en la oscura energía desatada por el último asalto sonoro en forma de blast beat.
3. عين إبليس
El siguiente tema vuelve a traer a un primer plano la labor de CG Santos. El título en árabe, “El ojo de diablo”, nos ayuda a enfocar la sonoridad oriental predominante en la música. Un viento desértico transmuta en un zumbido acompañado de moscas hasta que una cantinela de llamada al rezo se impone. Del texto del libreto obtenemos el contexto: ambiente de sacrificio, profanación, adoración de la muerte a través del cadáver. La cita de Apocalipsis 14, 4 profundiza en la atmósfera:
“… siguen al cordero a donde quiera que va (…) son vírgenes, son puros… Pero la muerte dominará finalmente y corromperá con su toque incluso lo que ha sido puro.”
4. Morbid devil of pestilence
El canto de la muerte se transforma en energía desatada con un comienzo de tema que nos puede recordar por su brutalidad a “Anteinferno”, comienzo del que será el próximo disco de Teitanblood (Death). La inercia irreprimible de los instrumentos está acotada a la repetición obsesiva de dos/tres riffs que van a ocupar (siempre con variaciones sutiles) la primera mitad del tema. Las voces están interpretadas con tal brutalidad y pestilencia que prácticamente funcionan como textura y van alternándose con los solos de guitarra de forma que la intensidad va aumentando más y más en un frenesí irracional. Esta espiral de violencia sin fin baja su ritmo con un riff a medio tiempo (4:17) donde NSK vuelve a mostrar al resto de vocalistas del metal extremo cómo puede innovarse en este ámbito, con una creatividad inagotable tanto en recursos como en enfoque sonoro. Teitanblood usa con gran maestría estos riffs de tempo más lento antes de volver a sumergirnos en un vórtice de brutalidad y velocidad (5:16) con una nueva andanada de blast beats que vuelven a aumentar la intensidad hasta casi lo insoportable cuando un último solo de guitarra extraído del incansable mástil de JC Deus se une al conjunto (6:23) para alcanzar así el clímax final de este aplastante tema que deja a su paso un huracán deforme de cadáveres ennegrecidos.
En el libreto, “Morbid devil of pestilence” cuenta con espectacular díptico a cargo de Timo Ketola, que muestra una obsesión enfermiza por el detalle; mires a donde mires eres golpeado por mensajes e imágenes de una intensidad brutal, paralela a la mostrada a un nivel musical. Podría describirse lo que vemos como un árbol sefirótico infernal (“See the bleeding ichor holy of the sephiroth”) por el que el ascenso hasta su cumbre nos conduce a lo más profundo de nuestros miedos, a un horror al dolor eterno insoportable. Se mezclan nombres en hebreo, con fórmulas impías escritas en griego e inglés formando un horror vacui que nos obliga a girar las hojas una y otra vez y a leer los textos al igual que seguramente leyó Abdul Al Hazred el Necronomicón:
“Yo soy el amanecer de mi propia luz… Encuentro las puertas y yo soy la llave… un abismo informe de profundidades infernales”.
5. 𐎑𐎛𐎗𐎎𐎟𐎄𐎀𐎗𐎛𐎎
Para apoyar la afirmación de que en “Seven Chalices” la unión de arte, imágenes, texto y música, proporciona una experiencia similar a la lectura del más prohibido de los libros, el lovecraftiano Necronomicón, nos encontramos con este quinto tema, donde la música nos sumerge en un ambiente impío y blasfemo. Estos temas que suelen describirse como interludios funcionan falsamente como tales ya que dentro de su aparente calma subyace una tensión sonora de primer nivel. Aparentemente sirven de contrapunto a los temas “tradicionales” pero su finalidad es la misma: impedir que el oyente se recupere de una descarga sonora incansable a través del uso de distintos símbolos y herramientas sonoras.
En 𐎑𐎛𐎗𐎎𐎟𐎄𐎀𐎗𐎛𐎎 (título que según metal-archives.com está en ugarítico, una lengua semítica extinta del noroeste que se hablaba en la antigua ciudad de Ugarit, ubicada en la actual Siria) CG Santos construye con sutileza una atmósfera sobre un drone al que se van añadiendo poco a poco más capas texturales hasta que una amalgama de voces es desvelada (0:50) para entonar un cántico en lenguas olvidadas.
La ceremonia es acompañada de una sutil instrumentación de sonoridades orientales que acompañan a la perfección la ilustración del libreto donde los mensajes escritos en cuneiforme se mezclan con nombres en hebreo, árabe y los textos de NSK que parecen tener vida propia al esparcirse por la página sin ningún impedimento ocupando cualquier resquicio junto al ser/ente invocado en la zona central, Pazuzu:
“Oye mi llamada… cráneo descarnado de aliento de fuego, concédeme el sorbo envenenado de tu cáliz… debajo de las ruinas de los 3 pilares, las langostas silbantes acechan en el umbral…”
Y con el espeluznante sonido de esas langostas silbantes se cierra este tema…
6. Infernal Dance of the Wicked
Volvemos a subirnos a lomos de la bestia que vuelve a cabalgar fuera de control. El blast beat inicial sobre varios riffs que se suceden unos a otros nos vuelve a sumergir en un bruma de velocidad que incluso aumenta de pulso (1:25) para arrastrarnos aún más a un abismo sin fin. Tras ello (1:45) se exponen un par de riffs que se repetirán de forma obsesiva hasta el final del tema y sobre los que J. despliega varias baterías diferentes mientras estos se repiten incansablemente. Esta técnica, aquí presentada de forma sutil, será una de las señas de identidad de las baterías de Teitanblood en próximos lanzamientos donde la batería presentará una función narrativa aportando distintos significados al mismo riff que se interpreta como motivo estable. Estabilidad y variación como elementos ornamentales en una música aparentemente básica pero que oculta una riqueza insondable para los neófitos. Riffs primitivos usados como armas-loops minimalistas. A ello hay que añadir la gran variedad de tiempos diferentes utilizados, algo acentuado por la grabación en directo de la música en el estudio, libre de la tiranía del metrónomo que ha hecho que una gran parte del metal extremo actual sea increíblemente aburrido.
La danza infernal de los malvados a la que hace referencia el título se da alrededor de un mandala infernal: una flor de múltiples pétalos con un mensaje de infinitas combinaciones grabado en ellos.
Los términos incluidos en sánscrito (otro idioma más utilizado en las letras) dentro de los textos nos transportan de nuevo a oriente, algo que acompaña perfectamente la capa textural que asciende a la superficie en el tramo final de la composición (4:20) (que reconocemos como uno de los elementos utilizados en el tema anterior, añadiendo coherencia interna al conjunto y acentuando la sensación global de la obra, una suite concebida como un todo indivisible) y que servirá como nexo con el siguiente tema.
7. वामाचार
El arpegio inicial (que se repite de forma recurrente a lo largo del tema) nos vuelve a sumergir en la atmósfera que CG Santos creó en 𐎑𐎛𐎗𐎎𐎟𐎄𐎀𐎗𐎛𐎎. El ambiente orientalizante (drones, sitar, crótalos…) se impone de nuevo aunque el enfoque de las voces es mucho menos agresivo ahora y más atmosférico, entonando un mantra hipnotizante.
Se abre para nosotros el वामाचार (Vamachara) el sendero de la mano izquierda, “left hand path”… Una de las figuras de la ilustración en el libreto se muestra quizá muerta junto a un arroyo; su mano izquierda está sumergida en las aguas… Y así la corriente vuelve a arrastrarnos…
8. Seven Chalices of Vomit and Blood
El comienzo del octavo corte, con una introducción a medio tiempo (con voces que no dejan de sorprender por su variedad) se detiene para mostrarnos el único riff del disco introducido por el bajo (0:30). Durante esta andanada antediluviana escuchamos el bombo de batería mucho más presente en la mezcla que en otros temas, acentuando aún más la sensación de descontrol y salvajismo ante un J. que golpea su batería de forma totalmente desatada. La técnica no solo no es lo esencial aquí, sino que es un impedimento para llegar a estas cotas de demencialidad que nos recuerdan a las primeras demos de Death Metal de la segunda mitad de los ochenta. Un riff de acordes lentos (2:13) hace que la intensidad del tema se mantenga a pesar de bajar la velocidad ya que los solos de JC Deus y las lovecraftianas voces de NSK impiden que la atmósfera reduzca su nivel de castigo auditivo. Esta parte es cercenada brutalmente para embarcarnos en una sección rápida (3:20) que reinará ya sobre el último tercio del tema. Las voces (que destacan de nuevo durante todo el tema) vuelven a brillar muy por encima de la media de las interpretaciones de otros vocalistas extremos. La interpretación solo puede definirse como diabólica, realmente maligna, impía al nivel más alto que podamos concebir. Como ejemplo ilustrativo, escuchad con atención cómo NSK entona “O' Azazel!” en el 4:25… Las voces se superponen, se acumulan, son un auténtico enjambre que saturan al oyente por inundación. Los 7 Cálices son invocados. El tema se sumerge (como indican los textos) en un torbellino de caos y oscuridad hasta su conclusión.
En el libreto, observamos una figura femenina inserta en un círculo mágico sobre el que se traza una estrella de siete puntas que encuadra a los siete cálices y a siete demonios. Todo rodeado a su vez por mensajes, nombres y textos que se extienden hasta lo ilegible que nos atrapan en una red de infinitas referencias en una prisión mental.
9. Qliphotic Necromancy
El noveno corte del disco está dominado por una voz que invoca en hebreo. Nos encontramos ante una ceremonia de necromancia: el ancestral arte oscuro de adivinación por evocación de los muertos. Nos hallamos en el reverso oscuro del árbol sefirótico, Qlippoth, que significa cáscara o caparazón y hace referencia a lo que queda una vez que la energía que hay en las cosas las abandona. El nigromante está rodeado por voces que van cobrando protagonismo en una trama excelentemente tejida por CG Santos. De las voces surge un lamento (1:55) que retuerce aún más el opresivo ambiente en el tramo final aumentando la sensación que transmite el libreto con las enormes manchas de sangre que inundan el texto.
10. The Abomination of Desolation
Entramos en el tramo final con los dos temas más extensos del álbum. Doce minutos no era una extensión normal para un tema de Death Metal en 2009 ni lo es ahora y es ahí donde vemos una vez más la capacidad de innovación de Teitanblood, añadiendo elementos como el minimalismo y la repetición por un lado, y la psicodelia por otro, para ponerlos al servicio de su obra. Hablamos de psicodelia como un elemento que ha ido tomando protagonismo en los últimos años en el metal extremo y que está entendida aquí como un recurso que permite huir de los recursos básicos del estilo para retorcerlos y modificarlos de forma que esta música, que estaba siendo domesticada por la estandarización de recursos y similares estilos de producción, pueda volver a sorprender al oyente, a excitar su experiencia sonora mediante la alteración de su percepción.
La forma de la canción huye del canon habitual (estrofas, estribillos, puentes, solo, etc.). Podríamos decir que la forma es el símbolo primordial de Seven Chalices, la manera en la que está ordenado todo el material sonoro. Nos encontramos ante una no-arquitectura, ante unos músicos que huyen de lo estándar para inspirarse en la geometría antieuclidiana de R´lyeh. Este tema en concreto y Seven Chalices en general son un templo diseñado por un demente donde la desorientación está asegurada para los que se adentran en él por primera vez. Recuerdo tener esta sensación las primeras veces que escuché Eyehategod o Portal, sensación que ha ido desapareciendo del Metal Extremo. Teitanblood invoca un aniquilamiento, una supresión de todas las formas, una tormenta sonora que destruye nuestra capacidad de orientación como muy pocas otras bandas pueden hacer.
"The Abomination of Desolation” comienza con un riff a medio tiempo que de nuevo nos trae a la cabeza a Celtic Frost. Un pasaje excelente de batería en 1:35 añade variedad a este riff que es modificado mediante el uso del trémolo cuando vuelve a exponerse. Una transición lenta digna de Autopsy (2:35) nos lleva directa al primer blast beat del tema (3:35) que es impulsado al límite con un nuevo aumento de la velocidad en 4:20 sustentado por el uso de las voces y los inspiradísimos e improvisados solos infernales de JC Deus. Un pasaje lento nos sumerge en el ecuador del tema. Un riff muy parecido al de 6:30 volverá a utilizarse en The Baneful Choir con un uso excelente del trino a lo Slayer que irá mutando y cambiando sutilmente junto a la batería antes de que la banda al completo sea enterrada en las profundidades de una gruta primigenia donde la ceremonia a la que hemos asistido desde el comienzo del disco va a finalizar. Las atmósferas del maestro CG Santos impulsan un canto sacro al primer plano (8:50). La presencia de la humedad y de las aguas que yacen ocultas en la caverna van sustituyendo progresivamente al cántico hasta que se imponen (10:55). Es el momento de contemplar la portada del disco. Los 7 cálices han sido dispuestos. El nigromante los ha invocado y la bestia responde a la llamada, alzándose de las oscuras aguas. Brutales los textos:
“Cazada entre ángulos extraños (…) capas de luz durmiendo bajo tumbas olvidadas (…) glifo atado a una serpiente con un tridente ardiente como corona, donde el enemigo indescriptible de todos se extiende hacia atrás (…) Residuos de destellos (…) vórtice aspirador de horrores nunca concebidos, Reshit Ha-Gilgulim regresa al antiguo caos.”
La calma en este tramo final no debe engañarnos ya que estamos a punto de encarar el clímax del álbum. Hemos recorrido todas las estancias del templo, de este demencial y ominoso templo, y encaramos ya el Sancta-Sanctorum, el lugar destinado a la última revelación…
11. The Origin of Death
Tras una clásica intro en la onda de Autopsy aparece pronto el primer blast beat del tema (0:40). Toda la batería en este tema es excelente con J. haciendo un uso de los platos donde abundan los detalles interpretativos para añadir acentos internos que aportan variedad en el acompañamiento de riffs que se repiten y repiten incansables hasta ser agotados para un momento después ser sustituido por el siguiente que será ejecutado del mismo modo.
Aquí no nos encontramos ante unos riffs donde el discurso melódico y armónico basado en el cromatismo y la atonalidad (recursos acentuados por la producción de las guitarras y el bajo) hacen que todo esté envuelto en una bruma abstracta que impide reconocer un camino lógico de resolución a un nivel tonal. Los caminos son infinitos aunque precisamente los riffs escogidos tienen una gran conexión entre ellos al transitar por una estética común a la hora de seleccionar las notas y la manera de ser interpretados.
La dificultad de practicar un estilo tan minimalista y primitivo (en apariencia, insisto) es que debes manejar muy bien el despliegue de recursos para aportar solidez y sentido a la narrativa y al discurso sonoro. Precisamente, los cambios de tempo y la elección de los momentos en los que se producen variaciones en la intensidad son una de las herramientas que usan Teitanblood con gran maestría. Y así sucede en 2:25 con la aparición de otro riff ejecutado en blast beat que aumenta la sensación de caos y descontrol al máximo, como ya ha ocurrido varias veces a lo largo del álbum.
Los detalles en la percusión, el salvajismo y la intensidad de la ejecución siguen sonando frescos una y otra vez. A ello hay que añadir el arma secreta de Teitanblood que son las voces. NSK sigue desplegando una cantidad de recursos y una imaginación que parece inagotable (en 1:15, brumosas y atmosféricas, en 2:35 superpuestas y acumuladas).
Tras un primer tercio del tema basado en la velocidad y la brutalidad ¿qué decisión toma Teitanblood? Subir el nivel de demencia y locura aún más. El pasaje de 3:40 a 5:05 abre de nuevo un vórtice al caos, al que se añaden solos y voces para hacernos alzar las cejas una vez más tras casi una hora de música.
En 5:05 preparan un pasaje donde baja algo el tempo y los riffs y las baterías mutan y añaden elementos más pesados. El objetivo de esta sección es proporcionar un descanso antes de encarar el tramo final donde nos esperan tres minutos y medio de irracionalidad desmedida.
El riff de 6:00, impulsado por un redoble de batería de los que ya no se realizan, nos introduce en el blast beat final donde las voces y los solos de guitarra se van turnando en su protagonismo hasta que todo confluye a la vez para el épico final en 8:08. Las voces nos atacan desde todas las dimensiones rodeándolo todo en una atmósfera para la que se me agotan los adjetivos hasta que el sendero termina tras puro agotamiento mental. Hemos alcanzado el origen de la muerte. Hemos accedido al interior de cada célula viva, a la doble hélice, allí donde yace el secreto de la existencia orgánica y hemos contemplado a la gran serpiente que se enrosca sobre sí misma sin fin y así se enrosca la propia música como un diseño fractal que se expande en todas las dimensiones posibles:
“Una serpiente giratoria, (…), girando, girando, dos serpientes girando, mil millones de serpientes, una dentro de cada célula de cada organismo que haya existido o que vaya a existir”.
La sensación tras la conclusión es de total agotamiento pero a la vez de una satisfacción que nos hace recordar lo que sentíamos cuando escuchamos por primera vez eso que llaman Metal Extremo.
"Para avanzar
primero hay que retroceder"
(Inat-se-Ragen, Metallicum Proverbia, versículo 1)
Qué interesantísimo tu blog, gracias por todo
ResponderEliminarMuchísimas gracias. Espero que disfrute de las futuras entradas. Un saludo.
EliminarThanks for the great article, Is there a way we can read these articles in English too? I translated it and it seems some parts are still vague,
ResponderEliminarThank you very much for your kind words, Mehdi. You can read the English version here: https://speculativemetal.blogspot.com/2024/03/teitanblood-seven-chalices-listening.html
EliminarThe English version of the blog is here: https://speculativemetal.blogspot.com/
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