TEITANBLOOD - DEATH (guía de audición)
“Mediado el curso de nuestra existencia
Me vi metido en una selva oscura,
desorientado de la recta vía.”
Divina comedia, canto I (Dante Alighieri)
"Solo había oscuridad. Discurría como un río negro sin fondo. Y no estaba limitado por ninguna orilla, infinito, turbulento y avanzando sin rumbo, sin ningún origen ni destino. Solo había oscuridad fluyendo en oscuridad."
Mi trabajo todavía no está hecho (Thoma Ligotti)
0. Introducción
El análisis de “Death” es realmente complejo ya que nos enfrentamos a un álbum cuyas dimensiones y potencia tienen pocos rivales dentro del Metal Extremo. El título del álbum, “Death”, hace una doble referencia al death metal como estilo y a la muerte como entidad conceptual, (aunque ahora veremos que no existe tal separación terminológica para Teitanblood, para quienes ambas cosas son lo mismo).
Las diferencias con “Seven Chalices” son evidentes y voluntarias ya que Teitanblood es una banda ambiciosa que no está interesada en lo más mínimo en repetir una fórmula ya explorada.
- La producción: tras la impresionante producción de “Seven Chalices”, donde dominan las frecuencias graves y cavernosas, en “Death” la banda opta por un sonido más claro y afilado (siempre dentro de los parámetros de su estética sonora). La razón es evidente: la velocidad. Mientras que en “Seven Chalices” la atmósfera y los pasajes lentos estaba muy presentes, ahora una enorme cantidad del álbum está interpretada a una velocidad absolutamente desatada e irracional, que necesita una producción que permita al oyente orientarse mínimamente entre la vertiginosa sucesión de riffs y blast beats a la que va a ser sometido.
- La forma: la estructura del álbum, también muy extenso como “Seven Chalices”, está asimismo determinada por la velocidad. Incluso el papel esencial de CG Santos dentro de la banda se ve modificado para adaptarse a esta nueva exigencia. Las composiciones siguen siendo extensas pero mientras en “Seven Chalices” había pocos riffs por tema (en relación a su longitud), en “Death” su número aumenta, recordándonos lo que supusieron álbumes como “Reign in Blood” de Slayer o “Altar of Madness” de Morbid Angel. Este movimiento por parte de Teitanblood está realizado con una ambición tan desmedida que Razalas expone que:
“provocó la respuesta por parte de las principales bandas dentro del Metal Extremo en este siglo: Deathspell Omega y Portal. El impacto de “Death” fue tan importante que forzó a que estas bandas respondieran con los artefactos sonoros más densos e intensos de su carrera: “Ion” (Portal) y “The Synarchy of the Molten Bones” (Deathspell Omega). De hecho, esta última, pudo ser empujada de nuevo a las regiones de hiper densidad y velocidad desatada que ya exploró en “Fas – Ite, Maledicti, in Ignem Aeternum”.” (Relgneps Razalas, Metallorum mutatio: Corpus theoreticum, cap. 2 "Pseudomorfosis históricas")
- El rol de los instrumentos: absolutamente determinados por la forma de las composiciones y por la producción, los instrumentos en “Death” solo tienen un objetivo: arrasar con cualquier límite de forma implacable. Es sobrecogedor intentar vislumbrar la pulsión que está detrás de la forma de interpretar sus instrumentos por parte de NSK y J. en este álbum y cuando nos adentramos en los textos para intentar hallar la respuesta, entendemos que solo el culto a los ancestros, a los clásicos del género y el culto a la muerte han podido inspirarles hasta un nivel tan alto de demencia.
Prepárense para asistir a uno de los mayores espectáculos dentro del Metal Extremo. Teitanblood realizan aquí un trabajo de Metalurgia Especulativa realmente fascinante, donde continúan su ambiciosa labor de diluir los límites entre el death y el black mediante una fusión de códigos y símbolos primarios de cada estilo logrando desatar un flujo de magma cabalístico que se multiplica y muta según patrones ocultos que intentaremos desvelar.
1. Anteinfierno
En su “Diccionario de símbolos”, Eduardo Cirlot establece que el umbral es un símbolo de trascendencia, que une y separa los dos mundos, el sagrado y el profano. Anteinfierno, el título de la primera composición de Death, funciona como advertencia. Estamos a punto de cruzar el umbral y, como escribe Dante al comienzo de la Divina comedia, la desorientación será máxima cuando nos adentremos en la “selva oscura”.
El comienzo de “Death” aspira a ser uno de los más brutales e impactantes de la música extrema jamás creados. No tendremos ninguna oportunidad, ninguna posibilidad de asimilar lo que está ocurriendo debido a su extrema violencia. Este umbral supondrá un evento (así lo define el musicólogo Relgneps Razalas) de la mayor importancia dentro del álbum ya que se hará referencia a él en varias ocasiones. Y es de hecho. La explosión sonora a la que nos enfrentamos y su inconmensurable y descomunal brutalidad nos deja en un estado de shock del que no nos recuperaremos hasta mucho después de haber finalizado el álbum. Teitanblood rompe con la narrativa lineal provocando un evento sónico que impide un análisis racional de lo que sigue, un evento cegador tan avasallador e insoportable como las páginas más intensas de la trilogía “Cegador” de Mircea Cartarescu (esas donde se nos fuerza a contemplar lo innominable), un evento que nos somete a una experiencia sensorial prácticamente indescriptible.
Los primeros 30 segundos del tema son similares a la reproducción condensada de la discografía completa de Slayer en solo medio minuto, con todos los temas sonando simultáneamente: un blast beat irracional desata vórtices rizomáticos sobre los que se extienden voces y guitarras que despliegan puntos de fuga que nos hacen contemplar todo el álbum de manera simultánea. El riff de guitarra está totalmente sometido a las líneas oblicuas que las guitarras solistas desatan y que provocan una curvatura demencial de las notas agudas con un manejo de la palanca completamente desproporcionado por parte de NSK.
En 0:38, encaramos el primer bloque de riffs con una música desatada a todos los niveles: batería, guitarras y voces arremeten con una violencia suprema sin concesiones que nos lleva de nuevo en 2:15 al punto 0 con la vuelta de los inverosímiles solos de NSK cuya función textural y narrativa es de una importancia enorme en el álbum aportando más densidad a la ya densa trama. En 2:52 se introduce nuevo material temático y la estética está más cercana a Autopsy y Slayer con una mínima bajada de intensidad que sirve para introducir una sucesión entre solos y estrofas vocales que nos dirigen al clímax de la composición en 4:30 con NSK gritando como un poseso “¡Anteinfierno!”. Tras su magistral interpretación vocal en “Seven chalices”, NSK sigue aquí su despliegue de recursos. Aunque el uso de múltiples capas continúa, las voces están más enfocadas y son algo más uniformes que en “Seven Chalices” para responder a la naturaleza más rápida de las composiciones en “Death”, con un fraseo más cercano a los riffs.
Al final del tema tenemos la primera intervención de CG Santos en el álbum con una breve incursión que sirve de enlace entre canciones.
2. Sleeping Throats Of The Antichrist
Voces de condenados, percusiones lejanas y violines agrietados nos conducen a un excelente riff a medio tiempo de NSK al bajo (0:42). En 1:12 se presenta una pareja de riffs que se repite dos veces. Entramos en una interesante sección (que funciona como estribillo en el tema) en 2:38 con un solo que evoluciona sobre un riff a medio tiempo: ligados y bendings extensísimos conectan con una nuevo bloque de riffs (3:14) donde destaca la voz. En 5:00 se repite la sección post-estribillo con otro inspiradísimo solo de guitarra.
En 6:53 comienza a introducirse nuevo material y entramos en la sección de desarrollo del tema que funciona como puente y que lleva la densidad de la trama a uno de sus puntos más elevados con unas voces aún más guturales que se doblan para empujar hacia arriba la intensidad ya de por sí alta.
La influencia de Autopsy y Celtic Frost vuelve a imponerse con un nuevo bloque de riffs bajo los cuales comienza a percibirse el trabajo de CG Santos con las atmósferas y un sampler de música vocal académica que se extiende y contamina la narrativa hasta que entramos en el momento más sobresaliente de todo el tema.
Tras la vuelta del primer riff expuesto brillantemente por la batería nos enfrentamos a uno de los riffs de guitarra más brillantes de la discografía de Teitanblood (9:13). NSK invoca a los ancestros con una pareja de riffs que se repiten mientras las voces pasan a desempeñar un rol textural ayudando a que se establezca un punto de fuga hacia el outro del tema (11:13) a cargo de CG Santos. Voces deformadas acompañadas por una lúgubre zanfona proporcionan un breve intervalo de calma antes de que vuelva a desatarse la tempestad:
3. Plagues Of Forgiveness
Los dos primeros minutos de “Plagues of forgiveness” consisten en un riff brutal tras otro acompañado por una batería desatada que lanza múltiples blast beats. J. es uno de los mejores baterías dentro del metal extremo a la hora de proporcionar esa sensación de descontrol irracional que tanto nos recuerda a la primera época del género y aquí vuelve a demostrarlo.
En 2:20 aparece un puente donde la música tiende hacia el ruido con la superposición de varias capas de guitarra y voces texturales que varían el discurso brevemente antes de volver a la tormenta de blast beats (2:40) con unas voces expandiendo la demencia sin piedad. En 3:30 se presenta un pasaje lento compuesto de una forma excelente, desplegando los recursos de una forma muy inteligente: un riff lento se espacia aún más con una batería que toma el control mientras las voces adquieren un carácter declamado con una de las mejores interpretaciones de NSK de todo el álbum. Los power-chords se transforman en trémolos y la velocidad vuelve a golpearnos una vez más (5:05) con un álbum que está dispuesto a llevarnos al agotamiento, con una voces que están cantadas al límite de lo humano. Un solo de guitarra que bordea el ruido (5:23) impulsa la música hasta un nuevo bloque de riffs con blast beats que llevan el tema al paroxismo hasta un clímax realmente salvaje. La densidad llega a su punto más alto al añadirse una capa textural de voces orquestales a cargo de CG Santos, que a partir de 6:30 irán adquiriendo protagonismo como una presencia amenazante que hacen virar el tema hacia una un riff a medio tiempo (7:06) con una batería espectacular donde J. muestra su estilo personal mediante la introducción variaciones en los platos y en los patrones rítmicos en una sección de carácter solista que carga con la narrativa del discurso mientras el riff se repite incansable.
Aún queda tiempo para un último ataque en forma de blast beat híper rápido (8:53) al que se suma otra superposición de solos de guitarra a cargo de NSK en una sección que de nuevo vuelve a hacer referencia al comienzo del álbum, algo que está apoyado también por lo que cantan las voces:
“As it was in the beginning is now, and ever shall be, world without end.”
Este verso nos hace apreciar también la dificultad que entraña para una banda marcarse un estándar de brutalidad y salvajismo tan alto como hacen aquí Teitanblood. Es extremadamente difícil dotar de un interés continuo al discurso musical y después de tres canciones, Teitanblood demuestran una gran imaginación y creatividad a la hora de desplegar un recurso tras otro con ese simple objetivo: incendiarlo todo sin dejar nada a su paso. Y veremos como aún quedan sorpresas por llegar.
4. Cadaver Synod
“Cadaver Synod” comienza con la sección abstracta más extensa hasta ahora del álbum en claro contraste con cómo acabó el tema anterior. CG Santos emplea una paleta de recursos tímbricos similar a la que explorará con más profundidad en “The Baneful Choir” (2019). Un pulso grave sirve de base al resto de elementos donde destacan las voces invertidas que se convierten en una bruma desde la que se manifiesta el primer riff del tema (0:50) que tiene un carácter introductorio y con una estética de intro clásica de thrash metal a lo Slayer (“Black Magic” viene a la mente).
En 2:30 surge ya el primer bloque de riffs que explotan con un blast beat rapidísimo al que se suma un extenso solo de guitarra que nos devuelve al caos del comienzo del álbum, haciendo referencia de nuevo a esa explosión de manera que se rompe con la narrativa lineal del álbum forzándonos a contemplar una estructura fractal que tiende hacia un vórtice abisal insoportable.
Ese comienzo del álbum, ese génesis de caos irracional ejerce una fuerza gravitatoria tan irresistible que ninguna de las composiciones del álbum pueden alejarse mucho de él. comprobamos una y otra vez a lo largo de este tema . El primer ejemplo ejemplo de esta situación surge en 3:07: el tema sigue avanzando con un nuevo bloque de riffs pero se establece otra vez una conexión rizomática con esa explosión primigenia con unas voces desquiciadas que no tienen otro opción que transmitir lo inenarrable con NSK escupiendo “the grave of time”, que es justo lo que parece este álbum, un artefacto creado para tragarse el tiempo y destruirlo.
Desde 4:50 se reexpone material anterior aunque con variaciones, como suele ser habitual en el estilo de Teitanblood, preparándose la enésima explosión impulsada por los blast beats de J. que debió perder toda conexión con la realidad interpretando este álbum. El ataque percusivo es incansable, desorientador acompañados por los infinitamente variables riffs en trémolo de NSK donde el pasado y el futuro se cruzan y se superponen produciendo un conjunto enmarañado de líneas aberrantes que llevan a una de las demostraciones más sublimes de lo que es el arte hipersticional de la metalurgia especulativa.
En 7:05 las voces sufren un cambio dramático al cambiar de idioma, esta vez al latín donde NSK declama:
“Quemadmodum et sperma nonnulli forum emittunt et vermes quondam spermate procreant.”
El sínodo de cadáveres avanza y la propia música acompaña esto con un aire más marcial: baterías con patrones de doble bombo más clásicos acompañan a riffs en trémolo de una estética que nos recuerda de nuevo a los Slayer más salvajes.
Y así alcanzamos el clímax a partir de 8:43. La densidad textural es máxima y el descontrol que aportan la conjunción de voces, solos y batería es ya casi imposible de soportar a estas alturas del álbum. Estamos ante la última explosión referencial de este tema. Teitanblood ha esparcido su conjuro y provocado la destrucción de la posible resurrección futura tras el apocalipsis:
“And on the final day the graves were opened and none rose therefrom.”
Esta ambición desmedida de la banda la traslada a sonido CG Santos en el outro (9:50) cuya legión de zanfonas moribundas giran y giran, crujen y se retuercen con esfuerzo expresando el vacío absoluto que transmite esta tierra baldía tras semejante batalla.
Un conjunto de voces en español cierra el tema en 11:00 entonando “por los siglos de los siglos, amén.”
5. Unearthed Veins
Nos encontramos ante el tema más corto del álbum, que aún así incluye bastantes sorpresas compositivas.
Comienza con un riff lento que construye un esqueleto de power chords mientras la batería carga con el peso narrativo desarrollando una sucesión de arreglos excelentemente compuestos por J. Hay que destacar los arreglos de las guitarras agudas, una auténtica novedad hasta ahora en la discografía de Teitanblood a cargo de NSK en la forma de armonizar, arpegiando y usando cuerdas agudas al aire.
Unas voces sampleadas entran en 1:11 mientras la batería sigue construyendo su discurso, manejando el despliegue de la tensión del tema que se desata en 1:40 con un patrón de percusión denso y a medio tiempo, voces texturales y un riff en trémolo. Toda esta acumulación de elementos se resuelve con la entrada de un nuevo riff en 2:15 que juega con la variación en el pulso. Unas guitarras agudas con wah-wah sirven de enlace con el que quizá sea el núcleo de “Death”: en 2:50 la música se ralentiza a pesar de la densidad textural y llegan entonces unas voces profundas y guturales que invocan el lema oculto del álbum. NSK comienza a repetir con intencionalidad ritualística las cuatro palabras que aparecen en el arte del álbum: TOMB, VEIN, KHEM, RITE. Analicémoslo con detalle, según Razalas:
"Las cuatro palabras aparecen dispuestas en forma de “cuadrado mágico”. Aunque esta disposición tiene múltiples interpretaciones, una de ellas está relacionada con el ocultismo, ya que en el cuadrado estaría oculta cierta información de forma encriptada que serviría para invocar una entidad. Ya que el álbum se titula “Death”, y todas las letras describen una compleja cosmogonía de lo ctónico, del inframundo y sus fuerzas ocultas, las conclusiones están ahí. La referencia en concreto a las cuatro palabras dibuja una compleja imaginería de lo oculto. “Khem” alude a uno de los nombres que recibía Egipto en la antigüedad, a la tierra negra, en relación a la fertilidad pero también a la tierra donde nació la alquimia, la ciencia de lo oculto y de las artes oscuras. En la alquimia se describen complejos y oscuros procedimientos vedados para el neófito donde se manipulan los metales, que es justo lo que está haciendo aquí Teitanblood: “Death” en un ritual donde se practica la metalurgia especulativa para moldear el metal y obtener un nuevo elemento, estilo en este caso. De la unión del black y el death, de la transmutación de sus elementos primarios, del desplazamiento del eje de perspectiva se obtiene un híbrido, una mutación inenarrable. El estilo de Teitanblood combina mediante oscuros procedimientos los símbolos primarios de cada estilo para abrir una grieta en la realidad y acceder a regiones ignotas e inexploradas con una vehemencia y temeridad inexplicables y solo propias de los más fieles adeptos." (Relgneps Razalas, Metallorum mutatio: Corpus theoreticum, cap. 2 "Pseudomorfosis históricas")
El propio álbum es el ritual que obtiene su saber de la tierra de Khem y que desata las venas, las desentierra de la tumba donde yacían ocultas, las venas de esa entidad que es la muerte y a la que la banda rinde tributo: TOMB, VEIN, KHEM, RITE… Unearthed Veins… ad infinitum…
6. Burning In Damnation Fires
Un primer riff abre el tema con un blast beat que es intensificado a partir de 0:47. A partir de aquí NSK comienza un duelo a las voces con Chris Reifert, el mítico batería y vocalista de Autopsy. La banda a la que se rinde tributo coloniza una vez más a Teitanblood con riffs y unas baterías de estética claramente “old school death metal”. De nuevo Teitanblood muestra uno de sus símbolos primarios como banda: avanzar retrocediendo. Un detalle curioso es que en esta sección se pueden escuchar en el canal izquierdo unos platos extra (que se añaden a la pista principal de batería), quién sabe si grabados por el mismo Reifert.
El blast beat de 2:57 acompaña un nuevo aumento de la densidad textural que vuelven a una conexión con el comienzo del álbum. Desde 3:40 se incorpora nuevo material temático con una función de desarrollo hasta que llegamos a 4:23, donde la sombra de Autopsy vuelve a extender su influencia con un riff lento que se ralentiza aún más en 5:00. Los power chords caen como pesadas campanas mientras que guitarras agudas completan la armonización con recursos muy similares a los del tema anterior. El esqueleto armónico se expone ahora en trémolo mientras las guitarras agudas se transforman en un riff, un recurso que nos recuerda al utilizado al final del segundo tema del “Seven Chalices”. Una voz casi hablada contribuye a añadir una atmósfera ritualística siendo el elemento que sirve de enlace con la siguiente sección, en la que vuelven los blast beats y la velocidad (6:55) llevándonos al clímax del tema marcado por el duelo de voces entre Reifert y NSK.
Es CG Santos quien toma el relevo materializando en el plano sonoro los fuegos invocados por la letra para el outro que sirve de enlace con…
7. Silence Of The Great Martyrs
El ambiente de calma oscura, opresiva que establece CG Santos (que recuerda a sus composiciones en “Seven Chalices”), con un entramado excelente de voces, se extiende al comienzo de este tema hasta que una trama de guitarras se abre paso en 0:45. Su producción aguda vuelve a enlazar con las utilizadas en los cortes 5 y 6. La exposición calmada de un riff textural sirve de introducción al que es el último y más extenso tema del álbum, donde se muestra de nuevo la ambición desmedida que tiene Teitanblood como banda a la hora de componer una obra que trascienda todos los límites.
En 1:28 NSK conjura todas las energías acumuladas a lo largo del álbum para lanzar un riff brutal que acumula tensión durante más de cuarenta segundos mediante la adición de más capas de guitarra y bajo, además de contar con un tono más grave que recuerda a “Seven Chalices”. El blast beat de 2:12 pone en marcha el vórtice destructor que es Teitanblood. La vuelta a “Seven Chalices” también se aprecia con los arreglos y las variaciones de J. a los platos y con el uso más evidente de efectos en la voz, que también son interpretadas sin ceñirse tanto al fraseo de los riffs. Todo ello contribuye a esa sensación de descontrol, de caos irracional que Teitanblood consigue de forma incomparable en el metal extremo.
En 3:17 se añaden nuevos elementos y variaciones a un blast beat que no reduce su avance destructor y que utiliza a su vez material de riffs anteriores en una estructura rizomática y desorientadora para invocar esa demencia que rezuma todo el álbum.
Nuevos riffs se añaden en 4:49 y en 5:10 en un auténtico tour de force, un maelstrom al que nos obligan a contemplar a su maligno vórtice central.
En 5:35 hace aparición un excelente riff híper lento, que supondrá el último ataque del álbum con un excelente arreglo de batería primitivo y efectivo. La aparición de una capa textural de voces nos indica que el ritual ha finalizado. Los instrumentos tradicionales se retiran y vamos a enfrentar un proceso de desterritorialización sonora como solo Teitanblood puede hacer. Un silencio sobrecogedor en 7:10 provoca una grieta en el tiempo cronológico lineal y rompe con el paradigma anterior. Tras un ataque sin descanso desde el comienzo del álbum, NSK y J. se retiran habiendo cumplido su cometido. La muerte ha sido invocada y reinará suprema. Ahora solo nos queda escuchar cómo suena su presencia, ominosa y ubicua. Estamos ante el silencio de los grandes mártires y Teitanblood va a mostrar qué les distingue de los demás.
Esta larguísima outro, con una extensión de casi diez minutos, no es una outro tradicional que sirve para cerrar un álbum sino que va mucho más allá. La presencia de CG Santos, que había sido menos notoria en “Death” que en “Seven Chalices”, se extiende ahora imparable para regalarnos una composición realmente inspirada: lúgubres campanas, lejanos acordes de piano que se extienden como una plaga que junto a las cuerdas de las zanfonas crean una armonía difusa e indefinida. En 10:27 se añaden oscuras capas de voces con una estética gregoriana, que van apoderándose del discurso sonoro aumentando la sensación ceremonial. Desde 12:35 aumenta aún más la tensión con la entrada de una nueva capa de voces. Tras un silencio paralelo al que abre esta sección final, en 15:35 vuelven las primeras voces de esta outro que nos dirigen con calma hasta el acorde de piano final.
Hay varias formas de analizar la extensión del final de “Silence Of The Great Martyrs” que es también el de “Death”. Es una decisión compositiva que separa a Teitanblood del resto de bandas. Según expone Razalas en su Metallorum mutatium (cap. 5.2, "El horizonte geográfico"):
"El procedimiento de metalurgia especulativa que aplica aquí la banda provoca un proceso de desterritorialización. Una línea de fuga nos aleja del terreno de lo establecido durante todo el álbum hasta regiones lejanas y abstractas, dominadas por una trama donde el pulso desaparece y comienza el dominio de los márgenes en contraposición al centro, allí donde habitan el nomadismo y los flujos atmosféricos, donde las frecuencias horizontales se imponen a las resonancias verticales. La velocidad desatada, esa que nos ha arrastrado implacablemente a través de un vórtice de irracionalidad y demencia, se detiene al fin y lo que queda es… una impactante ruptura en el tejido sonoro. Las líneas de articulación que habían trazado puntos de fuga que se desplegaban a la velocidad de la luz para levantar un templo de resonancias indescriptible, se diluyen para hacernos penetrar en una región viscosa de flujos liminales donde imperan texturas nebulosas y metafísicas. El templo, el organismo, ha sido deshecho y la intensidad se transforma en una abstracción incuantificable."
Finalmente, el oscuro rizoma se extiende, conectando cualquier punto con otro de forma imprevisible y fascinante. El álbum acaba. El territorio conocido queda atrás. Ahora solo una cartografía especulativa nos permitirá orientarnos en estas regiones inexploradas, hacia lo absoluto.
Comentarios
Publicar un comentario