DEATHSPELL OMEGA - KÉNÔSE (guía de audición)
Con la publicación de Kenose en 2005, Deathspell Omega confirmaron la tendencia que habían iniciado con SMRC. La disonancia como base de unas composiciones complejísimas y extensas como no se habían visto hasta entonces en la escena hicieron que todas las miradas se volvieran hacia ellos. Comienza aquí una auténtica revolución en el Metal Extremo con una banda que componía con una maestría sin igual y cuya legión de imitadores y seguidores no ha hecho más que crecer desde entonces.
Hiper-riffs, melodías especulativas, ritmos polimórficos, estructuras rizomáticas, arquitectura narrativa hiper-compleja...
Un discurso sonoro y estético que no conocerá límites...
Un patrón de batería sirve de base a un riff arpegiado de guitarra que se repite 4 veces en una vasta estructura formal. Las repeticiones van aportando variaciones en la guitarra, que va añadiendo detalles a su esqueleto armónico, complejo pero sutil. En la percusión los cambios son más notables y evidentes con un manejo excelente en el desarrollo de los recursos empleados: el batería construye una compleja y elaborada trama narrativa que hace que la composición se embarque en un lento pero continuo ascenso hasta la ruptura drástica del discurso en 4:15.
En nuestra guía anterior sobre SMRC, señalamos como uno de los elementos más distintivos del estilo de Deathspell Omega la construcción de distintos patrones y arreglos de batería sobre un riff que permanece estable y sin variaciones. Esta intro a Kenose I es un ejemplo de cómo esta técnica compositiva se sigue trabajando y depurando, alcanzando ya cotas magistrales.
Hay que añadir que el elaborado entramado arquitectónico es el que proporciona la extensa e irregular estructura interna del riff de guitarra (19 compases que tardan casi un minuto en completarse) lo que permite que batería y bajo añadan uno tras otro los ornamentos necesarios para levantar la portada de este templo sonoro que es Kenose. La extensión del riff es una de los rasgos más característicos del estilo de Hasjarl.
Y ahora es el momento de atravesar el umbral y penetrar en el laberinto.
El puente tras la intro (4:15-4:53) es lo bastante extenso como para que entendamos la importancia que quiere darle la banda dentro de la composición. Este fragmento está extraído del “Requiem für einen jungen Dichter” de Bernd Zimmermann. Escuchamos un coro enlazando varios acordes disonantes y ominosos hasta que irrumpe una nota larga de viento metal que sucumbe ante un apagado cluster en el piano.
Esta sección sirve como advertencia al oyente, ya que una vez que superemos ese umbral, seremos sometidos a la esplendorosa y cegadora revelación de lo que será el estilo de los nuevos Deathspell Omega, que los hará famosos en la escena del metal extremo a nivel mundial. Un estilo basado en el uso de la disonancia como base para componer una arquitectura narrativa hipercompleja y llena de matices pero a la vez muy musical que establece un discurso estético hiper fáustico que no reconocerá horizontes.
Esta parte central de la canción incluye hasta 8 riffs, puentes, células o motivos, muestra ya el nuevo enfoque estético en los riffs de guitarra donde la disonancia irá ganando peso. También hay que destacar la variedad de técnicas empleadas, ya que esa es una de los elementos que diferencian a Deathspell Omega de otras bandas: no solo hay una gran cantidad de riffs, sino que la heterogeneidad de estrategias compositivas es muy amplia entre ellos. El último elemento es la asimetría o irregularidad que termina de añadir complejidad a la trama ya que evita las cadencias previsibles y mantiene la tensión en el oyente de forma continua.
Con esas 8 secciones diferentes se construye el primer bloque de riffs tras la intro (4:53). Los riffs se exponen uno tras otro la primera vez y cuando se repiten empiezan a mezclarse agrupados en sub bloques. Como decíamos, la variedad es máxima: ráfagas arpegiadas, trémolos desplegando escalas cromáticas, tritonos, quintas aumentadas, acordes disonantes con cuerdas al aire, compases asimétricos e incluso algunos power-chords.
Un pequeño puente sirve de transición hacia el segundo bloque de riffs (5:46), donde la armonía se hace más densa y expansiva, mezclando acordes con secciones arpegiadas que amplían la armonía del acorde y que son un ejemplo de hiper-cadencia, la técnica mediante la cual Hasjarl retrasa el punto natural de reposo del riff extendiendo su estructura interna: en este caso el riff es por tanto asimétrico y consta de 7 compases. La batería muestra aquí una vez más varios arreglos diferentes para el mismo riff que permiten aumentar la tensión de forma constante usando acentuaciones irregulares.
A este riff más calmado y contemplativo responde la banda con una sección más frenética, otro bloque formado por tres riffs (6:44). Su característica principal es que son asimétricos y usan el tritono para volver a una disonancia más agresiva. También hay que destacar cómo emplea Hasjarl los silencios que aumentan la sensación de inestabilidad y tensión al interrumpir el discurso narrativo de forma constante e irregular.
Se abre una nueva sección en 7:48 formada por dos excelentes riffs que bajan el nivel velocidad con una interpretación más marcada y pesada desplegando una complicada arquitectura armónica interna, donde los power-chords y acordes tonales son expuestos de forma abierta, arpegiada, con cuerdas al aire en el primer riff y de una forma más cerrada y marcada en el segundo. En ambos riffs, Hasjarl despliega distintas maneras de introducir la irregularidad en la forma interna mediante asimetrías e hiper cadencias que desorientan al oyente.
En 9:12 vuelve la velocidad al tema con un excelente riff asimétrico y disonante basado en el tritono, que apunta ya claramente el nuevo estilo que está desarrollando Hasjarl como guitarrista y que llegará a su cima en Fas – Ite, Maledicti, in Ignem Aeternum. La función de este riff es conectar de nuevo con material ya expuesto al comienzo de la canción aunque presentado ahora con un orden alterado que enriquece formalmente la composición y la hace menos previsible.
Tras esta re-exposición temática que parecía conducirnos al final de la canción, Deathspell Omega rompen con la forma ternaria (ABA) introduciendo dos nuevos riffs (11:57). Lo sorprendente es la variedad de técnicas y estilos de riffs que se añaden a los ya interpretados (ya hemos comentado que esta variedad estilística es propia de Hasjarl y hay pocos compositores a su nivel dentro del metal). El primer riff alterna veloces arpegios disonantes pero es el segundo riff (12:26) el que destaca especialmente: con una estructura interna regular, lo que hace sobresalir a este riff es que es un hiper-riff, es decir, un riff que muta constantemente y que no repite un patrón discernible, en este caso a nivel melódico y armónico, variando de forma constante de una forma absolutamente brillante.
Y, después de un pequeño puente, llegamos al outro de la canción (13:05), donde la distorsión desaparece y vuelven las guitarras en limpio que conecta con el principio de la canción. De nuevo estamos ante un riff arpegiado que despliega una armonía con disonancias y cromatismos alternados con momentos consonantes y tonales y que tiene conexiones con la introducción de la composición. Aquí la estructura interna del riff se comprime al exponer más ideas en un menor número de compases (que es nuevamente asimétrica: 13 compases). El riff se repite cuatro veces pero es la batería la que vuelve a tomar el protagonismo ya que despliega una deconstrucción del patrón rítmico muy interesante, avanzando mediante la desaparición de elementos y jugando de una forma brillante con los silencios.
La madurez compositiva que muestra Deathspell Omega en esta primera canción nos deja con la boca abierta ya que todos los recursos han sido usados con una gran complejidad, variedad y originalidad.
Kenose II
Un riff a medio tiempo, regular y tonal es el que abre Kenose II. Y pronto se desmonta lo construido en esta introducción con una sorprendente decisión de incluir un riff con acordes lentos y muy espaciados (0:42) donde la voz toma el protagonismo antes de que un riff puente nos lleve a la ruptura del discurso mediante la velocidad desatada (1:38).
La sección que comienza contiene unos riffs muy interesantes ya que su estructura interna varía constantemente con añadidos y motivos nuevos con una gran complejidad y que está acentuado por una batería que usa el stop and go de forma realmente impresionante. La percusión va variando a la misma vez que el riff va añadiendo cambios con un nivel de composición altísimo que muestra cómo utiliza la banda la irregularidad y lo asimétrico.
La agresividad desatada continúa con una densidad cegadora (2:36-4:28). La variedad de técnicas y recursos se expone de forma continua con una creatividad inagotable en un bloque de riffs ultra rápidos cuyo único alivió es la repetición del riff lento del comienzo de la canción.
En todos los riffs anteriores, aunque la disonancia está presente, su uso no es el recurso principal, destacando más los power chords y los acordes de 4ª. Esto nos hace suponer que Kenose II es una composición previa a Kenose I, y que aquí están aún presentes recursos de los Deathspell Omega de la etapa “Si monumentum…”.
Un cambio drástico llega en 5:16-7:30 con un nuevo bloque de riffs que sirve de base a uno de los pasajes de batería más fascinantes del EP: la técnica de la variación de patrones y arreglos para un mismo riff se muestra aquí con una enorme brillantez. Los riffs que forman este bloque son variaciones y comparten elementos en común mientras que es la batería la que aporta la que adopta el rol principal narrativo: partes lentas y primitivas, patrones complejos y más densos añadiendo timbales y platos, blast beats primitivos o incorporando patrones de acentos irregulares, etc.
Hasta que todo estalla con la guitarra volviendo a tomar el control en 7:30. La velocidad aparece nuevamente con un conjunto de riffs más complejos y disonantes que los anteriores bajo una batería desatada en una sección que funciona como puente.
Un puente que nos lleva al tramo final de la canción. El outro se abre en 8:12, donde aparece un riff arpegiado y asimétrico (4+6) sobre el cual la batería vuelve a mostrar sus patrones variables de una forma realmente inspirada y espectacular. A partir de aquí, los arpegios de la guitarra se abren aún más (9:08) dejando sonar las cuerdas entre notas aportando una sensación enorme de espacio mientras la batería complementa con variaciones incansables y originalísimas la bruma dejada por la nota pedal del arpegio que actúa como bajo continuo mientras las notas agudas dibujan una melodía lenta y distante sobre una textura intermedia que da realmente a este pasaje una sonoridad de música barroca. Esta sección acentúa su dramatismo con una subida de semitono en la nota pedal que modifica el discurso añadiendo aún más oscuridad y tensión.
Y finalmente todo concluye con un último ataque cegador (9:59) donde guitarra, bajo, batería y voces unen fuerzas en un pasaje donde los riffs se repiten a una altísima velocidad, desatando un torbellino demencial de acordes ligados y desplegando un punto de fuga que asciende por la escala mientras aumenta la tensión de forma casi insoportable hasta que todo se diluye.
Kenose III
Comienza la canción con un rapídisimo blast beat de batería que acompaña el primer bloque de riffs en trémolo, simétricos y donde predominan los power chords y los acordes menores. Esto conecta con el estilo de Deathspell Omega en algunos temas de SMRC.
Pero en 1:52 se produce un cambio radical. La música se detiene repentinamente y Aspa entona “No man can see me and live!”. Encaramos desde aquí un pasaje abstracto excepcional hasta ahora y que la banda desarrollará en el próximo álbum. Suenan pianos disonantes sobre texturas abstractas de ruido en un ambiente ominoso y amenazante. Esta sección central del tema funciona como puente que nos transporta a la última parte de la composición (3:52).
Un riff (hiper)lento introduce la sección que evoluciona poco a poco acompañado por una espectacular batería que en su simpleza impacta por el contraste con todo lo escuchado anteriormente. Se dobla la voz de Aspa para rellenar todo el espacio que dejan libre los instrumentos. La tensión acumulada se libera con la pareja de riffs que sirve de antítesis a los anteriores (6:59), más dinámicos aunque igualmente primitivos. Deathspell Omega vuelven a mostrar con este final la variedad de recursos que pueden desplegar revelando que no temen a la ausencia de velocidad para poder exhibir todo su poder evocador que transmite el abandono expresado en el tramo final de la letra y resumido en la frase que repite incansablemente la voz emulando a Cristo en su crucificción: "Lamma Sabacthani" (“¿Por qué me has abandonado?”).
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